Mila P. Villanueva

Mila Villanueva
RESQUEBRAJAR Y REGRESAR

 

 

RESQUEBRAJAR

 

El agua del río permanece inmóvil.

Alguien avanza con sigilo.

 

No hay rastro benigno en esta noche.

Se oye saltar a un pez.

Como un cuchillo clava en el agua

su lomo plateado

y rompe la negrura de esta noche extraña.

 

Es el largo tiempo de Bo.

 

REGRESAR

 

De nuevo el principio.

Después del tiempo de Bo

es el dulce momento del regreso.

El trueno está dentro de la tierra.

La tierra se ha vuelto sagrada.

 

Las golondrinas adornan los tejados.

 

Andrea Uña

Andrea Uña
LOS DÍAS CONTADOS

 

 

                                    (Dedicado al Castaño de

                                    Indias de las Calzadas de Mallona)

 

 

La luna de Grecia me vio nacer.

Me llevaron a Turquía.

No sé muy bien cómo llegué,

pero llevo  ya casi cien años

en esta ciudad.

En mi juventud fui

alto y esbelto;

ahora, sin embargo,

me he convertido en un árbol deforme

-eso dicen algunos-.

Mi rugosa corteza centenaria

delata mi vejez y les molesto.

He visto jugar a niños sobre mis pies.

He crecido con risas y música, año

tras año, viendo subir y bajar

caminantes a las Romerías.

 

He sido cómplice de citas clandestinas,

de amores furtivos, amparados

por mi sombra.

soy  la historia viva de generaciones.

pero ahora les estorbo,

molesto, quito luz, me quieren matar,

arrancar mis raíces, silenciar para siempre

el suave aleteo de mis ramas.

 

Ana María Pérez Díez

Ana María Pérez Díez
ESTE MAR NO ES AZUL

 

 

Hay días en que el mar

simplemente enloquece.

 

Ya no atiende a razones,

a los consejos de cetáceos

venerables,

ni a los requerimientos de sirenas

de intención viperina.

 

Un mar que, descompuesto,

devuelve a los mortales

restos de su inmundicia:

pedazos oxidados

de un mundo de metal,

y una espuma lechosa

que nace en las costillas

de los barcos hundidos.

 

Hay noches en que el mar

escupe gente.

Son una especie nueva

de peces expulsados

de todas las orillas,

que se hundieron con todo,

con lo que se dejaron,

con lo que no tendrán.

 

Arriban esparcidos a la playa

-moluscos arrancados del racimo-

y nosotros, higiénicos

mariscadores de la muerte,

colocamos sus cuerpos

en cajas de madera.

 

Pero el mar no desiste

y piensa devolvernos cada astilla

de cada caja

para naufragio nuestro.